Aquella mañana desperté nervioso. Llevaba mucho tiempo deseando visitar la Región de Murcia, la tierra de los 1001 sabores. Las maletas y el paladar preparados.
Teníamos el depósito del coche repleto de gasolina y un intacto apetito por probar el arte de su cocina. Todas las medidas higiénicas preparadas para disfrutar de un modo seguro de los placeres culinarios que esa preciosa tierra guarda para sus visitantes. Esos de los que tantas experiencias gastronómicas inolvidables había leído. Habíamos preparado una ruta que no dejaría indiferente al más académico. Unos días en los que entregarse únicamente al disfrute estomacal de la Capital Gastronómica 2021.
La primera parada fue en Murcia. Conocida es de sobra la tradición del tapeo. Varios eran los objetivos comestibles que nos habíamos fijado como indispensables. Mucho nos habían hablado del pulpo al horno. Su ternura, jugosidad, sabor. ¿Sabíais que se prepara con cerveza?. Sentados en la preciosa Plaza de las Flores pedimos un par de trozos para cada uno. Terminamos pidiendo más. Una delicia que nada tiene que envidiar al gallego. Nada. Distintos pero sublimes ambos. Aún restaba una hora para sentarnos en el restaurante reservado así que, como mandan los cánones murcianos, finalizamos ese gustoso aperitivo con una marinera y una bicicleta. La mejor ensaladilla se prepara en estos lares. Es un hecho. ¡Y qué rosquillas! Una deliciosa apertura antes de deleitarnos con los increíbles arroces levantinos de este enclave.
Ahora sí puedo decir que el arroz con verduras de Murcia debería ser patrimonio de la humanidad. Como lo es el cultivado en Calasparra, Denominación de Origen Protegida desde 1986. ¡Qué producto! ¡Qué sabores! Esencia murciana pura.
Pero no os perdáis de vista el de conejo y caracoles, delicia campestre. Una potencia que siempre recordaré. Para finalizar la comanda de aquel día nos habían recomendado el pan de Calatrava, algo que me sonaba muy lejano en el tiempo pero que, al probar, comprobé su vigencia imperecedera. Por supuesto lo acompañé de un asiático, una mezcla de sabores que a nadie deja indiferente. Nunca me había atraído la mixtura café-licor, el que fuera. Ahora puedo decir lo equivocado que estaba.
Sin duda la espera había merecido muchísimo la pena. Aún con el estómago y paladar bien satisfechos, pensaba en qué excelencias de la cocina murciana nos esperaban para la cena. Los 1001 Sabores de Murcia me habían declarado su amor y yo estaba listo para entregarme a ellos en boca y alma.
Un viajero.